Buscar este blog

sábado, 20 de junio de 2015

Reto de Lectura 2015 - Una obra de teatro: La sesión final de Freud, de Mark St. Germain

Esto no es una portada, pero todo tiene una explicación. ¡Seguid leyendo!


Estoy pensando cómo debería empezar a hablar de esta obra y lo cierto es que tengo mis dudas, porque en esta ocasión se trata de un caso un poco especial. Es una lectura, sí, pero es una lectura “a posteriori”. Me explico: no sé si recordaréis que cuando comenté Seis personajes en busca de autor a principios de este año dije que a menudo me frustra un poco leer teatro porque, por mucho que me guste el texto, siempre soy consciente de que me falta la experiencia “de verdad”. La lectura está muy bien, por supuesto, pero el teatro está hecho para ser representado. Es por eso que La sesión final de Freud supone una oportunidad demasiado perfecta para dejarla pasar: no solo puedo hablaros de algo que he leído, sino de algo que, antes de leer, he visto recientemente sobre el escenario, en el Teatro Fígaro de Madrid. ¡Y de qué manera! De hecho, voy a ser clara desde el principio: mi objetivo principal con esta reseña es que aquellos que estáis en Madrid decidáis ir a ver esta maravillosa obra de teatro ahora que podéis.

La obra presenta un encuentro imaginario entre el doctor Freud, padre del psicoanálisis y ateo declarado, y el profesor C.S. Lewis, escritor y teólogo cristiano. No voy a dejar la reseña aquí, pero la verdad es que a mí con esa sinopsis ya me tenían ganada. La sola idea de ver un enfrentamiento dialéctico entre estos dos grandes intelectuales con cosmovisiones tan diametralmente opuestas es tan sorprendente como cautivante, y desde luego la obra no decepciona en ese sentido. Pero La sesión final de Freud no es solo un debate, ni un mero intercambio de opiniones. El centro de cualquier obra de teatro es, y debería ser siempre, el conflicto. Y aquí tenemos de eso para rato. Tal como lo expresa el personaje de Freud en un momento dado: “uno de nosotros es un tonto”. Se trata de temas en los que, por mucho que busquen, no van a encontrar un terreno intermedio, y ambos personajes lo saben. Es fascinante ver a estos dos hombres defender lo que creen, cada uno totalmente convencido de su postura, pero al mismo tiempo amenazado por la posibilidad de que toda su visión del mundo esté equivocada. Esa posibilidad está encarnada en la figura del otro. Eso provoca frustración, enfado y duda por ambas partes, pero también produce en ellos (y esto es lo realmente conmovedor) un deseo profundo de entender al otro y de encontrar la valentía para aceptar el desacuerdo. Valentía hasta el punto de que ambos son capaces de compartir sus historias personales, sus sentimientos y sus emociones, lo cual, como he comentado antes, hace de esta obra mucho más que un choque intelectual.

Dicho esto sobre la obra de Mark St. Germain, me veo en la obligación de comentar también algo sobre el montaje que se está representando estos días en Madrid, dirigido por Tamzin Townsend y con Eleazar Ortiz y Helio Pedregal en los papeles de Lewis y Freud, respectivamente. Basta decir que es un reflejo perfecto del texto dramático. Sí, no tengo costumbre de usar esta palabra en ninguna reseña, pero esta vez lo voy a hacer, y además dos veces: perfecto. La agilidad de la acción, y sobre todo las excelentes interpretaciones de ambos actores, son sobrecogedoras, y consiguen que esa hora y media parezcan quince minutos. Es una experiencia que repetiría sin dudarlo. Si no me creéis, espero que este trailer os convenza:



Tenéis hasta el doce de julio, y de verdad os recomiendo que no dejéis pasar esta oportunidad. Es posible que mi reseña os haya dejado igual que al principio, pero por favor, si es así no permitáis que mi torpeza redactora determine vuestra decisión. Hay que arriesgarse. Creo que el teatro, por su propia naturaleza, nos llama a aceptar desafíos. Y esta obra es un ejemplo (lo voy a decir por tercera vez) sencillamente perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario