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sábado, 9 de enero de 2016

Reto de Lectura 2015 - Un libro con un color en el título: La mujer de blanco, de Wilkie Collins


Como comentaba en la entrada anterior, mi idea es continuar con este reto de lectura aunque ya se haya terminado el 2015. Es uno de esos casos en que lo importante es acabar la carrera, no ganarla. Y vamos a empezar el año comentando un libro que ya leí hace más de un mes, pero no había encontrado el momento para hacer una reseña en condiciones: La mujer de blanco, de Wilkie Collins. La historia, según su propio preámbulo, «de lo que puede resistir la paciencia de la Mujer y de lo que es capaz de lograr la tenacidad del Hombre».

Si eso es de lo que va esta historia o no, dejo que cada cual lo juzgue por sí mismo. Personalmente no me gusta universalizar las cosas de entrada, pero sí puedo decir esto: en este relato vamos a encontrar, efectivamente, mujeres pacientes y hombres tenaces. También hombres que hacen gala de mucha paciencia y mujeres con una gran tenacidad, y como cabría esperarse, esos son precisamente los personajes más interesantes: los que cuentan con ese doble filo. Pero mejor hablemos de otras cosas antes, y ya comentaremos este tema de los personajes en el penúltimo párrafo.

El punto fuerte de esta novela es su narrativa. No porque su estilo sea particularmente original (la literatura de esta época está llena de historias contadas a base de diarios, informes y cartas), sino porque Wilkie Collins parece ser uno de esos autores que sabe perfectamente cómo deben ir hilados los acontecimientos en un relato de suspense. Sabe cuándo tienen que aparecer los primeros elementos de misterio, cuánto hay que decir sobre ellos, en qué momento empezar a desvelarlos y, en resumen, cuánta información hay que darle al lector para que no se sienta perdido en medio de tanta incógnita pero tampoco descubra todo demasiado rápido. Hoy en día, con toda la ficción detectivesca que tenemos, es posible que tengamos una idea bastante clara de cómo funciona esto, pero… ¿en 1859? No; esto tiene mucho más mérito de lo que parece. Otro punto a favor de la novela es que, a pesar de que el tono es realista en general (ya desde la estructura de las múltiples voces, que muestra cierta obsesión por darle autenticidad al relato), también tiene aspectos góticos y románticos que la hacen mucho más memorable. En concreto hay dos momentos claves en el cementerio que resultan de lo más inquietantes y perturbadores.

Y ahora volvamos al tema de los personajes. Hay que admitir que, aunque todos cumplen a la perfección lo que su papel requiere de ellos, en general los protagonistas son bastante unidimensionales. Para ser justos, eso era una constante en la literatura inglesa del siglo XIX; no vamos a ensañarnos con Wilkie Collins por eso. Pero sí, algunos arquetipos son bastante reconocibles: tenemos al héroe honrado y humilde, a la joven dulce e inocente, al noble despiadado que solo mira por sus propios intereses… Como ya he dicho, eso es en esencia lo que espero de este tipo de novela, pero es necesario mencionarlo porque es precisamente lo que hace aún más valiosa la presencia de dos personajes que sí se salen de esos parámetros. Me refiero a Marian Halcombe y al conde Fosco. Se trata de personajes técnicamente secundarios, pero son de lejos los más interesantes: los que tienen una personalidad más desarrollada y varios matices que hacen sus acciones algo más impredecibles que las del resto. Habría sido muy fácil hacer de ellos meros «acompañantes» de Laura Fairlie y sir Percival Glyde, pero no: tienen un carácter más allá del rol que desempeñan. Marian es una heroína de la época; es evidente que no va a ir por ahí agitando una espada ni comandando ejércitos, pero es inteligente y tiene agallas, y la perseverancia con la que se entrega a la tarea de proteger a su hermana Laura es algo para admirar. Al mismo tiempo tiene dudas e incluso toma decisiones de las que luego se arrepiente, lo cual la hace aún más humana. En cuanto al conde Fosco, ¿qué se puede decir? Tiene una personalidad tan intrigante y difícil de descifrar que es imposible no odiarlo y amarlo al mismo tiempo. Me recuerda un poco al capitán John Silver de La isla del tesoro en ese sentido: sabes que es peligroso y que no deberías fiarte de él, pero tiene tanto carisma que entiendes perfectamente por qué los personajes sí lo hacen.

Me ha quedado una reseña más larga de lo que esperaba, pero miradlo así: que un libro me haga hablar tanto casi dos meses después de haberlo leído es una muy buena señal. Significa que no solo se lee con gusto, sino que además no se olvida fácilmente. No sé si convenceré a alguien con esta recomendación, pero por mi parte tengo claro que me ha encantado y que me alegro mucho de haberle dado una oportunidad.

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