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viernes, 20 de mayo de 2011

Pincelada de arte - Basil, el ratón superdetective

Es de noche, hace frío y hay niebla en la ciudad de Londres. En una discreta madriguera, Flaversham, un ratón de profesión juguetero, le regala a su hija Olivia por su cumpleaños una encantadora bailarina a cuerda. Pero la feliz escena se ve interrumpida cuando alguien intenta forzar la puerta. El juguetero hace esconderse a la pequeña en un armario y trata de hacer frente al visitante, pero cuando Olivia sale de su escondite tras la breve lucha descubre que su padre ha desaparecido.

Con esta escena comienza la película Basil, el ratón superdetective, o The Great Mouse Detective en su versión original (pero en España somos así de geniales y ponemos en letras bien grandes el nombre del protagonista, tú di que sí, seguro que si Titanic hubiese sido una película de animación se habría llamado Jack y Rose en el supernaufragio). A raíz de este suceso se desarrolla una trama de investigación en la que Basil, el detective a quien Olivia acude para que le ayude a encontrar a su padre, analiza las circunstancias que rodean el secuestro y sigue una pista que lo llevará hasta su archienemigo, el profesor Ratigan.

La historia adapta la novela Basil of Baker Street (Eve Titus y Paul Galdone), pero al mismo tiempo constituye todo un homenaje animado al universo y personajes de Conan Doyle, siendo Basil y su compañero Dawson una divertida versión de Sherlock Holmes y el doctor Watson. Si hay algo que destaca en este largometraje de 1986, dirigido por John Musker y Ron Clements (que más tarde volverían a dirigir juntos en películas de los noventa como La Sirenita o Aladdin), es la solidez y frescura de su guión, con un argumento perfectamente hilvanado y un desarrollo atípico en comparación con muchas otras películas animadas. Desde el siniestro inicio, pasando por la curiosa presentación del protagonista casi diez minutos más tarde, las insinuaciones sutiles del plan de Ratigan, hasta el sobresaliente final, el guión apenas decae durante los setenta y tres minutos de su metraje. La historia bebe del surrealismo animado de los clásicos cartoons, y al mismo tiempo la ambientación y la caracterización de los personajes es sorprendentemente realista.

Resalta en especial el antagonismo entre dos excelentes personajes: el protagonista y el villano. Basil es un héroe inusual: no se trata de un príncipe, ni de un justiciero, ni de un soñador que busca su destino, sino de un detective hiperactivo que pasa en un instante del entusiasmo a la depresión; por otro lado, Ratigan se muestra como un maniático genio del mal que no descuida ni por un momento su elegante ironía, doblado en su versión original por una leyenda del cine de terror, el actor Vincent Price.

En cuanto al apartado artístico, nos encontramos ante una película sencilla, sin grandes alardes visuales, pero con una estética cuidada y agradable que recrea con acierto una ambientación nocturna de las calles de Londres. Un elemento esencial de este largometraje es su maravillosa banda sonora, compuesta por el gran Henry Mancini.

En definitiva, Basil, el ratón superdetective es una notable película de animación, injustamente olvidada tanto por el público como por el propio estudio que la creó, pero llena de buenos puntos, creatividad, personajes carismáticos y mucho encanto ochentero.

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